martes, 20 de marzo de 2012

Los “ladrillos” y la “pared” de Roger Waters



Hoy se despide Roger Waters de Argentina luego de dar 9 recitales en el Estadio de River Plate y subyugar con su música a más de 450.000 almas. 



Durante estos últimos quince días que duró su visita en el país se han dicho todo tipo de afirmaciones. Desde que “el viejo tiene como 70 años y viene a robar a la Argentina”, “la gente tiene guita en el bolsillo y va a ver a cualquiera que viene de afuera”, o peor aún, “le viene a sacar el trabajo a los músicos argentinos”. Es más, había quienes llamaban a boicotear los recitales ya que era “una provocación que venga justo cuando se cumplen 30 años de la Guerra de Malvinas”. 


Todo esto, regado además, con una fuerte dosis de malintencionado direccionamiento de algunos medios con el fin de alimentar algunas líneas gráficas o minutos televisivos. Al fin y al cabo ya se vendieron todas las entradas y no jode a nadie. 

Lo real y cierto es que Waters vino a traer su arte, su impronta con casi siete décadas de vida dedicada a lo único que sabe: la buena música. Y lo hizo con la mejor arma que tiene, su obra maestra, “The Wall”. 

Para estos cientos de miles que pasaron por River a recibir una fuerte carga de rock, todo lo que se comente en los medios de forma irreverente, irresponsable e ignorante, les resbalará ante la mejor evidencia: fueron testigos y protagonistas de una “Ópera Rock” que está considerada como una obra de arte para toda la humanidad y que sigue trascendiendo los tiempos. 

Por eso, el mejor homenaje que pueden realizar a la música algunos medios y personajes opinando sobre Waters y su obra, es el silencio. Que en este caso sería una buena razón, casi humanitaria.



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